Capítulo 12

—¡Habla! Este niño, al final, ¿es o no de nuestra familia Torres? —Raquel, fuera de sí por la rabia, habló. El guardaespaldas, que hasta ese momento había permanecido en silencio junto a ella, empujó la puerta de par en par. Carmen, al ver a Abelardo y a Raquel en la entrada, se desplomó en el suelo, y su actitud altiva de hacía un momento se esfumó como si nunca hubiera existido. Roberto estaba pálido, temblando en su sillón. Por muy poderosa que fuese la familia Rodríguez, tampoco se atrevía a montar un escándalo delante de la familia Torres. Abelardo ayudó a Raquel a entrar despacio en el reservado. Roberto, al verlos, se apresuró a cederle el sitio a Raquel. —¡Habla! ¿Qué está pasando aquí? La cara de Raquel era todo menos buena. Apenas se sentó, no pudo evitar interrogar. El corpulento guardaespaldas se acercó a Carmen y a Roberto, y ambos palidecieron, especialmente Carmen, cuyos ojos reflejaban puro terror. —Esto... Doña Raquel, por favor, tome un poco de agua, no se altere así.