Capítulo 14
El auto deportivo negro volaba por la calle desierta y silenciosa; la cara del hombre al volante quedaba sumido en las sombras, imposibilitando distinguir su expresión.
—Glori... —murmuró, con el corazón colmado de culpa y remordimiento.
Golpeó el volante con fuerza y, de pronto, sonó el teléfono colocado a su lado.
El hombre detuvo el auto, deslizó el dedo por la pantalla y pulsó la tecla de responder. Al instante, la voz de Raquel se escuchó al otro lado.
—Abelardo, ¿has visto a Gloria? ¿Qué te ha dicho? ¿Nos ha perdonado?
A él se le hundió el corazón, pero aun así intentó tranquilizarla. —Glori es tan buena y comprensiva, seguro que me perdonará.
Los sollozos de Raquel se intensificaron. —No debí actuar así, ni tampoco haberle pegado entonces. Seguro que ahora me guarda rencor.
Las emociones de Abelardo eran un completo caos, así que solo acertó a decir: —Abuela, luego la llamo, descanse.
Por primera vez colgó directamente la llamada, aislando los sollozos de Raquel.
Había dejado de

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