Capítulo 19
El avión privado de Pablo aterrizó en el aeropuerto de Monteluz.
El sol ardía con fuerza y, entornando los ojos, vio cómo los guardaespaldas ayudaban a los dos niños a bajar del avión.
—¿De verdad veremos a mamá? —Preguntó Ana, con la carita alzada, llena de expectación y nerviosismo.
—Por supuesto. —Pablo se arregló la chaqueta y respondió con voz grave y segura.
—Seguro que se alegrará mucho de verlos.
El asistente se acercó rápidamente y le entregó un dossier: —Ya hemos localizado a la señora María. Ahora mismo está en un taller de cerámica, con esas dos personas.
El informe incluía una foto tomada a escondidas.
En ella, María aparecía agachada frente a una niña pequeña, limpiándole con delicadeza una mancha de barro en la cara.
A su lado, un hombre alto con gafas las observaba sonriendo.
La luz del sol atravesaba la ventana y envolvía a los tres, componiendo una escena tan cálida que dolía verla.
Pablo apretó la foto hasta arrugarla entre sus dedos.
Conocía demasiado bien esa mirad

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