Capítulo 295
—Carmi, esta noche papá te acompañará a contar las estrellas.
—Carmi, sé buena y tómate la medicina.
—Carmi...
...
—Papá, mamá...
Llamé y extendí la mano para alcanzarlos, pero alguien sujetó mi mano, y una voz familiar me llamó: —Carmi, despierta, despierta...
Con el llamado, alguien sostenía mi rostro con ambas manos.
Vi el rostro ansioso de Adrián, sus pulgares acariciaban mis mejillas: —Carmi, soy yo.
Era Adrián.
Me desperté completamente de la tristeza del sueño, pero cuanto más consciente me volvía, más dolor sentía.
De repente mordí mi propio labio, mordiéndolo con fuerza.
Al instante siguiente, Adrián me abrió la boca: —Carmi, suelta, no te lastimes, sé buena...
Ante los repetidos llamados de Adrián, las imágenes de mis padres pasaban por mi mente.
—¡Ah! —grité otra vez.
Adrián me abrazó fuertemente, me recosté en su hombro y rompí a llorar.
Golpeaba sus brazos con mis manos, nadie sabía cuánto sufría, cuánto dolor sentía.
Mis padres, tan buenos, ¿por qué tuvieron que terminar

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