Capítulo 89
—En este asunto, no tengo derecho a opinar. Si quieres disculparte, hazlo con Valeria.
Lourdes dijo esto y se dio la vuelta para regresar.
Lourdes entendía las intenciones de Alberto, pero entre ellos solo existía una amistad.
Por eso, sin importar cuán exagerada fuera Andrea, a ella no le afectaba demasiado.
Pero... Con Valeria era diferente.
Volvió a la habitación del hospital y vio a Roberto sentado cómodamente en el sofá, revisando unos documentos.
La luz del sol caía sobre él, aportando un poco de calidez a la habitación.
Al verla regresar, Roberto extendió la mano para indicarle que se acercara.
Ella apenas se sentó, cuando él la rodeó con un brazo.
Apoyada en el hombro del hombre, sintió una leve sensación de satisfacción y, sin darse cuenta, se quedó dormida.
Cuando volvió a despertar, ya era de noche.
Tenía una manta ligera y seguía dormida en los brazos del hombre.
Levantó la mirada y se encontró con los ojos de Roberto.
—Has dormido tanto... ¿No crees que deberías levantarte

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