Capítulo 45

Lucien no pudo evitar conmoverse al ver el rostro dormido de Alexandra y la genuina sonrisa que lo adornaba, pues era algo que no podía ver todos los días y lo cual provocó que él se sentara tranquilamente al borde de la cama para admirarla en silencio. Él la había llevado a su mansión tras haberla sacado del frío ambiente del cementerio y la recostó sobre su propia cama. La mucama fue quien inicialmente la atendió, secándola y cambiándole sus húmedas ropas por algo más cómodo antes de entregarle a Lucien un tazón con agua fría y retirarse en silencio. Aunque él nunca en su vida había atendido a una persona enferma, él estaba contento de ver cómo su fiebre disminuía poco a poco gracias a sus cuidados. Viendo la hora rápidamente, él se dio cuenta de que ella no había despertado a pesar de que ya había pasado la hora de cenar. Según los médicos, realmente no había nada de qué preocuparse, pues se estaba recuperando lentamente, pero ellos también dijeron que ella debía comer algo antes de