Capítulo 28
Daniela soltó un largo suspiro: —Mira, deja ese trabajo en la cafetería. Yo te mantengo, no sigas aguantando estas cosas.
Sin querer, me vino a la mente la imagen de la Casa Cisneros. Recordé la decisión que había tomado entonces, algún día, si tenía la oportunidad, me llevaría a mi madre lejos de allí. Y para eso no podía permitirme renunciar así como así.
Negué con la cabeza: —El dueño de la cafetería es muy comprensivo, el salario por hora es alto y el horario flexible. Necesito de verdad este trabajo.
Al ver que no iba a convencerme, Daniela abandonó la idea: —Si es así, mañana voy yo a la cafetería en tu lugar. Así descansas un poco.
La miré, emocionada, y le puse una mano en el hombro: —Gracias. Cuando cobre, te invito a una gran comida.
Ella sonrió y me apartó: —¿Crees que Diego vendrá mañana a trabajar?
En sus ojos había una mezcla de expectación y curiosidad. Me puse a pensarlo en serio.
—A la de tres decimos la respuesta juntas. —Dijo, con un brillo travieso en la mirada.
—Un

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