Capítulo 54
Asentí en silencio.
Al otro lado de la línea, Rodrigo dudó un momento antes de hablar: —Si no, podrías volver a casa. Una casa tan grande, y solo tu madre y yo, se siente vacía.
Me conmovieron sus palabras, pero negué con la cabeza: —No hace falta. Ya estoy por graduarme y empezar a trabajar; no sería práctico vivir allá.
Colgué y bajé la cabeza con desánimo.
Había pasado demasiado tiempo; encontrar pruebas ahora era casi imposible. Y lo peor, no tenía forma de saber quién había filtrado todo.
En ese instante, el teléfono volvió a sonar.
Miré la pantalla, preguntándome quién llamaría a esas horas.
—¿Hola?
—Tengo el video original grabado frente a la cafetería. —La voz, distorsionada por algún filtro, soltó esa frase y yo me incorporé de golpe.
—¿Qué es lo que quieres?
—Dame setenta mil dólares y será tuyo.
¿Setenta mil dólares?
Me quedé pensando.
De pronto solté una risa incrédula: —¿Esto es una estafa? ¿Cómo va a valer setenta mil dólares ese video? La próxima vez, antes de intentar e

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