Capítulo 14
Cuando Ricardo encontró a Sandra, ella estaba de pie bajo una farola, la cálida y tenue luz amarilla caía sobre su bufanda azul. Estaba cabizbaja y sostenía una taza de café entre las manos. Su apariencia no había cambiado en lo absoluto, pero Ricardo sentía que algo en ella era diferente.
No tuvo tiempo de pensarlo demasiado, abrió la puerta del auto de un solo tirón y se dirigió a dando zancadas hacia ella.
Sandra seguía pensando en el plano de diseño que había visto durante el día, cuando de repente la persona que venía se acercó y le tomó con firmeza la muñeca. Quiso gritar, pero escuchó una voz muy familiar.
—Soy yo.
A Sandra esto le hizo gracia, se soltó de su mano y le preguntó: —¿Qué hace el señor Ricardo en Francia? ¿No debería estar con Valeria a esta hora?
—Oh, perdón... —respondió ella con un tono irónico—. Se me olvidaba que tu boda fue arruinada.
Ricardo sabía a la perfección que ella lo estaba ridiculizando, pero no se enojó, miró fijamente a los ojos a Sandra. —¿Por qué

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