Capítulo 42
Amelia esbozó una leve sonrisa y rápidamente se adelantó para caminar junto a él hacia el interior del restaurante.
El local estaba en silencio, sin un solo cliente aparte de los camareros. Amelia se quedó perpleja por un momento y echó un vistazo involuntario al reloj en su muñeca.
Eran las ocho y quince de la noche.
Era hora pico, y el lugar debería estar lleno.
Amelia se detuvo, dándose cuenta.
No era simplemente "comer algo al azar".
A él no le gustaban los guisos; esto era claramente una cena planeada especialmente para ella.
Después de todo, a muchas chicas les gustan los guisos.
—Bienvenidos, por favor síganme.
Amelia apartó la mirada del reloj, observó al hombre a su lado y, sin decir una palabra, lo siguió.
El camarero los condujo a su mesa y comenzó a servir los platos; la sorpresa en los ojos de Amelia se intensificaba.
Si antes pensaba que Felipe solo adivinaba que a ella le gustaban los guisos, ahora descartaba esa idea.
Porque...
Todos los platos sobre la mesa eran de su

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