Capítulo 73 Quédate quieta

Aquello que no habían terminado la noche anterior se completó esa noche. Al final, Nora, con lágrimas en los ojos, le suplicó que la dejara, pero Martín, con la voz ronca, la obligó a continuar. Nora no supo en qué momento se desplomó; no sabía si se había dormido o si simplemente se había desmayado del agotamiento. Solo recordaba cómo sus manos parecían haberle quebrado la cintura y cómo el dolor, punzante y profundo, terminó por diluirse en una somnolencia ondulante. Cuando volvió a abrir los ojos, ya amanecía. Las escenas de anoche se reproducían en su mente como una película: las imágenes, los sonidos entrecortados de su respiración, aún resonaban en sus oídos. Su cuerpo dolía por todas partes. Recordaba vagamente cómo, al final, él la había girado y acomodado sobre la almohada. En el baño se oía el murmullo constante del agua corriendo. Nora giró la cabeza y miró hacia la almohada de al lado: había un hueco, la marca inconfundible de alguien que había dormido allí. Aquella noche h