Capítulo 74 No acepto ser tu amante mantenida
Martín ya se había puesto la camisa y el pantalón. Bajo aquella ropa impecable, el hombre recuperaba su habitual frialdad y solemnidad.
Cuando se dio la vuelta, Nora se quedó un instante en blanco: todo lo que había ocurrido la noche anterior parecía, de pronto, irreal.
Le resultaba difícil asociar la imagen del hombre serio que tenía delante con el que había estado en su cama unas horas antes.
Él dio dos pasos hacia ella; su mirada fría y penetrante se clavó en ella, exigiendo una respuesta. —¿Qué acabas de decir?
Nora no pudo sostenerle la mirada. Sus ojos negros y brillantes se movían inquietos de un lado a otro.
Al notar en su mirada un matiz extraño, mezcla de incomodidad y vergüenza, Martín no parpadeó; la observó unos segundos más antes de mover los labios. —Le diré a Andrés que te dé una tarjeta. Cada cierto tiempo depositará dinero en ella. En cuanto a la cantidad, habla con él.
Hizo una breve pausa y añadió con un tono más firme: —Solo tengo dos condiciones. No me gustan las

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