Capítulo 101
—Entonces, Sara empezó a volverse loca conmigo. Me preguntaba sobre mis movimientos y discutíamos...
Víctor mostró un atisbo de arrepentimiento en sus ojos: —No debí haber actuado así con ella. Sabía perfectamente que no se sentía segura, sabía que ella era tan sumisa en el amor...
María, recuperando la compostura, gritó de inmediato: —¿Entonces me estás diciendo que la amas? ¿No, quieres decir que siempre la has amado? ¿No me amas a mí?
Víctor la miró con desprecio: —¿No es obvio? Tú tampoco me amas. Si no me amas, ¿por qué debería hacerlo yo?
María se derrumbó: —¿No me amas, pero me compras tantas cosas? ¿Me das tanto dinero? No, Víctor, seguro que me amas. ¡Solo puedes amarme a mí!
Víctor, frío, dijo: —Tú la provocas una y otra vez, haces que haga cosas humillantes, que me busque por todos lados, que se desespere por reconciliarse, y cuando lo hace, vuelve a pelear. ¿Es eso lo que quieres, que ella me deje?
—No me amas, solo no puedes soportar que otra mujer tenga lo que es tuyo,—Ví

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