Capítulo 64 Te permito ser frágil

Diego sacó la pomada, fue al baño a lavarse las manos y luego regresó para aplicársela. Rosa se echó un poco hacia atrás; incluso habiendo tenido ya una relación muy íntima con él, que se le acercara tanto seguía resultándole incómodo. —Yo... yo puedo hacerlo. No es como si estuviera en un sitio al que no pudiera llegar. Mientras hablaba, intentó tomar la pomada. Él no se la dio; en sus ojo, se asomaba cierto desagrado. —Acerca la cara. —De verdad no hace falta. Él no dijo nada más, solo la miró. Sin alternativa, tuvo que acercarse. Por estar tan cerca, incluso podía ver el vello en la cara de Diego; como su piel era blanca, sin esa cercanía jamás lo habría notado. Diego le extendió la pomada con cuidado, repartiendo de manera uniforme sobre su cara. Estaba fresca, resultaba muy agradable. Rosa, sin darse cuenta, alzó la mirada hacia él. Esa expresión seria y concentrada era como si estuviera tratando algo extremadamente querido para él. Si era demasiado suave, temía que no hiciera efe