Capítulo 11
A altas horas de la madrugada, finalmente se le bajó la fiebre a Teresa.
Después de arrullarla hasta que se durmió, Tomás se levantó y fue al balcón.
Se frotó los ojos cansados, sacó el celular y le envió dos mensajes a Elena.
—Eli, esta noche tengo un asunto pendiente que atender. Mañana volveré a verte.
—¿Te sientes bien? ¿Tienes alguna molestia? ¿Quieres que llame a un médico a domicilio para que te revise? ¿Dime que te pasa?
La persona que siempre respondía de inmediato, esta vez no dio señal alguna.
Tomás esperó unos minutos. Al no recibir respuesta alguna, pensó que ya estaría dormida, así que no quiso molestarla más.
Se sentó despacio, apoyándose en el respaldo de la silla, atendió algunos asuntos pendientes de trabajo y luego abrió el estado de WhatsApp.
Entre una avalancha de publicaciones de fiestas y vacaciones, se colaban varios vídeos de una pedida de mano desde un mismo ángulo.
Eran compartidos por varias amigas de Elena, y sus ojos se entrecerraron de repente, sin poder

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