Capítulo 2011

En ese instante, adivinó la razón. Luego miró a Mariano con una sonrisa que no era sonrisa y le dijo: —Ahora lo sabes. Nunca es tarde. Mariano odiaba a Bernardo con todo su ser. En ese momento, ya no necesitaba seguir fingiendo con él, su relación se había roto por completo: —Bernardo, ¿viniste solo a buscarnos fuera de la ciudad, verdad? ¿Crees que no puedo matarte aquí mismo sin que nadie se entere? —No tienes esa capacidad —respondió Bernardo con un tono helado, con una arrogancia que lo colocaba por encima de todo. Era como si las artimañas de Mariano no sirvieran de nada ante él. —Bernardo, hoy no volverás a Ciudad de la Felicidad —sentenció Mariano, y de inmediato silbó. Al instante, surgieron innumerables guardaespaldas de los alrededores. Josefina se sobresaltó del susto. Pero Bernardo no mostró la menor reacción, como si ni siquiera los hubiera visto: —El señor Carmelo murió hace media hora. Tus hermanos, en este preciso momento, están regresando uno tras otro a Casa Suárez. C