Capítulo 23
Mientras hablaba, la voz de Catalina se volvió fría.
—Alejandro, ¿de dónde sacas tanta seguridad?
Los ojos del hombre, profundos como un pozo sin fondo, se transformaron de inmediato.
Catalina continuó: —Alejandro, ya no te amo. Para mí, el divorcio no implica ningún sufrimiento... al contrario, es una bendición.
Sus labios dibujaban una leve sonrisa, pero en su mirada se percibía una arrogancia helada, casi desdeñosa.
—Lo que le debes a Valentina es asunto tuyo. No tiene nada que ver conmigo. Para mí, ella no es más que una asesina que intentó matarme.
—No importa si es amiga de Valentina o si es de su sangre. ¡No la voy a perdonar!
El rostro de Alejandro se fue enfriando poco a poco.
En ese momento, comprendió con claridad una verdad.
Quizás ella no era tan fácil de manipular como él había pensado.
—Catalina, el video del testigo... ya lo borré.
Catalina tardó un momento en reaccionar.
Pasado un rato, soltó una leve risa. —¿Así que viniste solo a darme esa noticia?
—Catalina, debería

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