Capítulo 75
La sangre emanaba del cuerpo de Valentina, tiñendo de rojo el impecable suelo de mármol. La escena era escalofriante.
Incluso Catalina no había previsto algo así; se quedó completamente paralizada.
En ese momento, un hombre apuesto, vestido con un sobrio traje oscuro, venía caminando por el pasillo.
Al ver a Valentina caída al pie de las escaleras, los ojos oscuros de Alejandro se estrecharon con intensidad.
—¡Valentina!
Se lanzó hacia adelante con pasos decididos, tomó a Valentina en brazos y ordenó con voz grave: —¡Llamen a una ambulancia!
...
En el hospital, la luz roja del quirófano brillaba con un resplandor punzante.
El rostro apuesto del hombre parecía cubierto por una sombra, su expresión era fría y severa.
—¡Catalina, fuiste tú! ¡Fuiste tú quien empujó a Valentina por las escaleras! ¡Eres una mujer malvada y despreciable!
Florencia, que acababa de llegar al enterarse de la noticia, señaló a Catalina sin rodeos, gritándole sin ningún reparo.
—¿No vas a estar tranquila hasta ver

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