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Capítulo 5

Al llegar a nuestro destino, abrí la puerta del coche para bajarme. Cuando lo hice, oí el sonido de las olas chocando contra la orilla, lo cual me sorprendió. Como Lisboa era una ciudad costera, los promotores se habían adueñado del frente marítimo hacía mucho tiempo. En consecuencia, había grandes hoteles, elegantes restaurantes y lujosos bloques de apartamentos en las trescientas sesenta áreas de esa exclusiva zona. Era muy bien sabido también que quedaban muy pocas casas unifamiliares en ese lugar, y yo estaba de pie frente a una. Aunque no era tan grande como una villa. En ella, un camino empedrado conducía a un bungaló de dos plantas, con césped y una piscina delante. Frente a esa vivienda, miré a mi alrededor y noté que no había ninguna otra casa a la vista. ¿Acaso Hannibal Lectre era rico? Sin duda, esas circunstancias se parecían cada vez más a las primeras escenas de un película de terror. Hasta me preguntaba si estaría viva para la mañana del día siguiente. "Vamos, hay que entrar". El hombre aparcó su coche y luego se dirigió a la puerta principal. En tanto lo observaba, me toqué el brazo, sintiendo lo fría y húmeda que estaba mi piel. No estaba muy segura de si era por la brisa nocturna o por miedo, pero ya era demasiado tarde para retractarse. Por ende, como si el destino me empujara hacia adelante, comencé a seguirlo. Al llegar a la entrada, él puso su pulgar en la cerradura de la huellas dactilares. En menos de dos segundos, la puerta se abrió y pudimos entrar. Ya en el interior, las luces del vestíbulo se encendieron al instante. Bajo la brillante luz de la lámpara de araña, tuve que entrecerrar los ojos. Acto seguido, examiné la sala de estar, la cual era limpia, minimalista y monocromática. Además, tenía tonos negros, blancos o grises. Por ejemplo, el techo, las paredes y los escaparates eran blancos. Los sofás, la mesa de centro y el mueble de la televisión eran negros. Mientras que las alfombras y los tapetes eran grises. Con esos colores, era evidente que ninguna mujer vivía en esa casa. El hombre se quitó los zapatos de cuero y se puso unas pantuflas. Asimismo, me trajo un par para mí, iguales a los que él estaba usando. Le agradecí el gesto, aunque me quedaran, por lo menos, una talla y media grandes. "Dime, ¿tienes hambre o estás sedienta? Puedo darte algo de beber si gustas". "No, gracias. Estoy bien". "Bueno, si no quieres nada, ¿qué te parece si subimos a la habitación?". En seguida, asentí y lo seguí como una marioneta. De pronto, un reloj sonó en algún lugar de la casa. En el pasado, Landon se habría enojado si yo no hubiera regresado a casa para esta hora. Mas, esta noche, a pesar de que me vio salir de nuestro hogar, no me persiguió ni fue a buscarme. A estas alturas, era probable que a él no le importara en lo absoluto si yo seguía con vida o no. Así que, ¿por qué debería sentirme culpable por dejarlo? En un instante, eliminé la última pizca de remordimiento de mi interior y subí por la escalera en forma de caracol. En pocos segundos, llegué al dormitorio principal, el cual era enorme. El desconocido sujeto ya estaba allí desde hace algunos momentos, pero todavía no había encendido la luz. Al entrar en la habitación, noté una puerta deslizante de cristal que ofrecía una impresionante vista del océano. Por consiguiente, me acerqué al balcón, deseando disfrutar del paisaje. Inesperadamente, dos fuertes brazos me rodearon la cintura. "Empecemos, ¿sí? No puedo esperar", me susurró con su cálido aliento muy cerca a mi oído. Su voz me produjo un estremecimiento en la espalda, y lo cerca que lo sentía me puso muy nerviosa. En un intento por alejarme de su calor, incliné mi cabeza de inmediato. Atrapada, me pregunté si los hombres en verdad tenían temperaturas corporales más altas que las mujeres Poco a poco, sentí cómo mis mejillas se tornaban cada vez más rojas y calientes al tener su piel junto a la mía. No obstante, sus brazos eran como grandes tenazas, por lo que no pude moverme ni un centímetro. ¡Estaba atrapada! En seguida, otra cosa llamó mi total atención. De manera inesperada, sentí otra fuente de calor detrás de mí, mucho más caliente que la de arriba. "Quiero... quiero ducharme antes", le dije luego de tragar saliva. Cuando hablé, noté que mi voz se había vuelto ronca. Mas, deseé profundamente que él no se percatara de eso. Tras escucharme, el extraño apoyó su cabeza en mi hombro en total silencio. Siendo sincera, creí que no me dejaría, pero mucho tiempo después, me soltó. "Está bien. El baño está en la segunda puerta a la derecha. Allí encontrarás toallas limpias". Cuando por fin estuve libre de su agarre, respiré con rapidez rápidamente. Incluso, no me había dado cuenta de lo fuerte que latía mi corazón. Aún así, traté de ignorar lo que sentía y fui de inmediato al cuarto de baño que señaló el hombre. Una vez dentro, cerré la puerta y busqué torpemente el interruptor de la luz. Al encender la iluminación, me observé en el espejo, notando que mi mirada me resultaba totalmente desconocida. Asimismo, mi cara estaba muy sonrojada y mi cabello era un desastre. Sin mencionar que mi vestido negro hasta la rodilla estaba totalmente arrugado. Luego de ver lo descuidada que lucía, dirigí mi mirada a mi alrededor. El cuarto de baño estaba decorado con el mismo estilo que la sala de estar del piso de abajo. Es decir, todo en blanco y negro, junto a tonos grises. De hecho, esta habitación tenía un marcado contraste con el de mi casa. Al pensar en eso, caí en cuenta de que estaba de pie en el cuarto de baño de un extraño. ¡Un completo desconocido con el que tendría s*xo en unos minutos! En ese instante, me puse a meditar en mi relación sentimental con Landon. Él y yo fuimos novios por cuatro años y llevábamos dos años de casados. Recordé que un amigo me dijo en broma que tuviera cuidado con mi esposo, porque a los siete años de relación los hombres se vuelven mujeriegos. Mas, nunca me preocupé, ya que sabía que Landon nunca me sería infiel. Él apenas podía tolerar tomar mi mano, a mí, la mujer que supuestamente amaba. ¿Cómo podría soportar el tocar a otra persona? ¡Por Dios! ¡Si tardó seis años en llegar a primera base conmigo! Apenas y logró besarme, ¡pero con la boca cerrada! Nunca tocó mis s*nos, y mucho menos ninguna parte baja de mi cuerpo. Aunque dormíamos en la misma cama, cada uno tenía su propia sábana. Sin embargo, esta noche estaba a punto de entregarme por completo a un extraño. No estaba segura de si se trataba de los nervios de la primera vez, de la frialdad en mis pies o de los últimos rezagos de conciencia, pero me quedé en la ducha por casi una hora. Hasta la piel de mis dedos se arrugó por estar bajo el agua durante demasiado tiempo. De manera inesperada, escuché que alguien tocó la puerta desde fuera. Por lo tanto, cerré la ducha, cogí una gran toalla esponjosa de un perchero y me armé de valor. A fin de cuentas, era demasiado tarde como para arrepentirme. Debía dejar hacer el ridículo. Yo misma me subí a su auto y vine hasta su casa. Fue mi voluntad entrar en su dormitorio. Nadie me drogó, ni me colocó una pistola en la cabeza para llegar hasta aquí. Entonces, ¿por qué estaba dudando en ese momento? Estando allí, dejé de ser una cobarde y me acerqué a la puerta. Cuando abrí, él estaba parado justo afuera. "Puedo llevarte a casa si has cambiado de opinión", me sugirió de pronto.

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