Capítulo 25
Lorena sentía una debilidad extrema; necesitaba apoyarse en la mesa detrás de ella para no deslizarse hasta el suelo.
Le dolía el pecho y, cuando las emociones la sobrepasaban, realmente sentía ganas de vomitar.
Quizá su cara se había vuelto demasiado pálida, porque Salvador no volvió a decir nada que pudiera provocarla; al contrario, se acercó para sostenerla.
—Está bien, no voy a reprocharte por haber mentido, pero deja de enfrentarte a Daniela.
Lorena apoyó una mano en la mesa a un lado y lo empujó con fuerza.
Salvador retrocedió dos pasos, con un peligro latente en la mirada.
Lorena tomó la computadora, contuvo las lágrimas y se dirigió directamente a la puerta, pero él la sujetó de un tirón.
—¿A dónde vas?
Lorena no quería decirle ni una palabra; le pisó con fuerza el empeine.
A causa del dolor, él la soltó de inmediato.
Ella abrazó la computadora y salió; al pasar por el vestíbulo del primer piso, vio a varias personas sentadas en el sofá.
Algunos empezaron a burlarse.
—Vaya, nue

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