Capítulo 106
Yo comía despacio, y cuando terminé, Salvatore me dijo con frialdad: —Si quieres salir a tomar un poco de aire, de acuerdo, cuando regrese de la empresa te llevaré personalmente.
Enojada levanté la cabeza y lo rechacé. —¡No! ¡Quiero salir sola! ¡Contigo al lado siento que no puedo respirar!
Las cejas del hombre se fruncieron al instante. —O vienes conmigo o te quedas en casa y punto.
En este asunto, parecía mostrarse especialmente inflexible.
Estos días él había accedido sin reparo a todo lo que yo pedía.
Dijera lo que dijera, hiciera lo que hiciera, él siempre lo aceptaba sin objeción.
Salvo en lo relacionado con salir de casa, en lo demás respondía a todo; incluso Valeria casi no se aparecía delante de mí.
No había imaginado que sería tan tajante con esto.
Me detuve por unos minutos y, algo enfadada, me di la vuelta para marcharme.
Salvatore tampoco me siguió y me dejó tranquila durante varios días.
En esos días, salvo mis propios estados de ánimo, todo lo demás lo tenía bien resuelt

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