Capítulo 198
Carlos también dejó de denunciar a la empresa de Salvatore; en realidad, lo único que queríamos era que él me dejara en paz. Como ya habíamos conseguido ese objetivo, no tenía sentido enfrentarnos directamente con él.
En el fondo, todos sabíamos que denunciar a Salvatore no serviría de nada.
Hasta el propio padre de Carlos, siendo presidente de la Cámara de Comercio, tenía que mostrarle deferencia a Salvatore; hacía apenas un par de días lo llamó por teléfono y lo regañó con dureza.
—¡De verdad eres un insensato! ¿Cómo te atreves a denunciar a Salvatore? ¿Acaso no sabes lo que estás haciendo? ¡Te estás cavando tu propia tumba!
Carlos, sin embargo, estaba de excelente humor y no se tomó en serio las recriminaciones de Oscar. Incluso yo podía percibir esa alegría que irradiaba desde su interior; ¿cómo no iba a percibirla también Oscar?
Su voz se volvió inmediatamente grave. —Te lo advierto: aunque ellos dos se divorcien, no debes albergar ningún pensamiento indebido hacia Bianca.
—Si ya

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