Capítulo 17
Yolanda se incorporó e intentó lanzarse hacia el fuego.
Pero apenas había dado unos cuantos pasos cuando Jaime la detuvo en seco.
La sujetó con fuerza, inmovilizándola, y luego le tomó la cara entre las manos, obligándola a mirar fijamente hacia adelante sin parpadear.
Su padre pataleó unas cuantas veces y luego, desesperanzado, se hundió en el mar, mientras su indefensa madre, envuelta en llamas, gritaba su nombre con un dolor desgarrador.
—¡Papá! ¡Mamá!
Yolanda gritaba, angustiada.
Jaime lo hacía adrede, quería que ella presenciara con sus propios ojos la muerte de sus amados padres, obligándola a observar desde un costado, saboreando una agonía y un dolor infinitos.
De pronto, Yolanda se inclinó.
Estaba tan aterrada por lo sucedido que parecía haber perdido la razón; mientras se inclinaba, se arrepentía una y mil veces: —Perdón, de verdad, actué mal, no debí incitar a Pablo a secuestrar a Andrea, y mucho menos debí calumniarla, por favor, perdónalos...
Se inclinaba una y otra vez, d

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