Capítulo 244
El ascensor se convirtió en una cámara frigorífica.
—Samuel, dale una habitación a Ricardo.
Ricardo se apresuró a decir: —No hace falta.
Teodoro puso de inmediato su mano pesada sobre su hombro.—Eso es, no hace falta, mi cama es amplia, dejemos que Ricardito duerma conmigo.
La expresión de Ricardo mostró resistencia.
Miró de manera discreta a Viviana y se quejó internamente: ¡No quería apretujarse con un hombre, él solo quería a la gentil y tierna Vivianita!
David, estaba envuelto en una niebla fría: un astuto cachorro de zorro.
—Entonces ya está decidido, esta noche duerme contigo, recuerda cuidar bien a Ricardo, no dejes que se escape.
—No hay problema. —respondió Teodoro con una sonrisa despreocupada.
Ricardo... ¡No quiero!
Miró suplicante a Rosa y Viviana, mientras las puertas del ascensor se abrían y ellas salían a toda prisa. Intentó seguirlas, pero Teodoro lo atrapó enseguida por el cuello y lo arrastró de vuelta: —Rosa te dijo que fueras a mi habitación a bañarte, ¿a dónde corr

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