Capítulo 19
Cada día, Félix mandaba preparar los platillos favoritos de Bianca y los colocaba en el lugar que ella solía ocupar. Luego, se sentaba frente a la silla vacía y le hablaba como si aún pudiera escucharle. A veces, Félix estallaba en un ataque de furia: volcaba la mesa, destrozaba toda la vajilla y después caía de rodillas, abrazaba el cuerpo de Bianca y lloraba desconsoladamente.
—¿Por qué no quieres volver... Por qué...?
Se torturaba a sí mismo, buscaba redención de todas las formas posibles.
Ya no iba a la empresa, ya no recibía a nadie.
Las acciones de la compañía se desplomaban, los socios retiraban sus inversiones, pero a él nada de eso le importaba.
Lo único que deseaba era que Bianca regresara.
Aunque solo fuera como una ilusión.
Tras ser expulsada de la villa, Viviana enloqueció.
No aceptaba haber sido abandonada de esa manera, no aceptaba ser solo un reemplazo.
Odiaba a Bianca, odiaba que incluso muerta siguiera ocupando el corazón de Félix.
Una noche, muy tarde, Viviana soborn

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