Capítulo 41
Hace no mucho tiempo.
Ana le había pedido a Javier su número de teléfono; en aquel entonces solo quería preguntarle a qué hora regresaría a casa para cenar.
Javier no solo se lo negó, sino que además la ridiculizó.
Ahora, al ver que Ana guardaba el número de José, Javier se sintió extrañamente molesto.
Con el rostro sombrío salió del lugar y, con un tono áspero, dijo: —Vámonos.
Ana guardó el teléfono a toda prisa y echó a correr detrás de él.
José observó sus espaldas alejándose y recogió su sonrisa amable y fingida.
¿Javier, de verdad para ti ella no es más que un somnífero?
Ana siguió a Javier fuera del hospital.
Un coche nuevo ya los esperaba en la puerta.
Una vez dentro.
El vehículo tomó rumbo hacia Residencial La Colina.
Ana, intentando entablar una conversación donde no la había, dijo: —Javier, yo creo que el doctor José tiene razón, alguien debería cuidarte.
—No hace falta, no me gusta que nadie se quede a dormir en Residencial La Colina.
—Bueno, yo antes también viví unos días

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