Capítulo 9
—Mamá, tenías razón. Solo destruyendo la confianza entre ellos podremos separarlos.
Era Berta, pero su voz había perdido la dulzura habitual; ahora sonaba fría, viscosa, como una serpiente que se arrastra con un veneno calculado.
—Lo que más teme un hombre es una traición. ¿Y qué si Catalina no ama a Emiliano? Su papel de hermana adoptiva es demasiado fácil de manipular.
—Además, lo que siente Jacinto hacia ella tampoco es tan profundo. Con una sola provocación, todo se derrumbará.
Cada palabra de Berta destilaba una crueldad profunda, tan distinta de la imagen tierna que solía mostrar, ahora parecía otra persona.
La mente de Jacinto quedó completamente en blanco, y todo su cuerpo se tensó hasta volverse rígido.
¿Catalina... no amaba a Emiliano?
Poco después, otra voz resonó desde el interior: era Gloria, la madre de Berta, cargada de una arrogancia satisfecha y el sarcasmo de quien se sabe victoriosa.
—Berta, al fin aprendiste lo que te enseñé. Pero hubo un paso que casi echas a perde

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