Capítulo 1061
Esta fue la primera vez en dos semanas que Rosario sonrió. Sus comisuras se elevaron ligeramente, pero en el siguiente instante, Rubén le apretó la mejilla con fuerza.
—¿Aún tienes ánimo para reír? ¿No te gusta tu esposo? ¿No lo amas con toda tu alma? ¿No estás en plena planificación para quedar embarazada? Todo lo que dices es mentira.
Rosario encogió los hombros. —¿Y qué quieres que haga ahora? ¿O quizás prefieres que te esconda en el armario?
La nuez de Rubén se movió, su cara mostraba una ligera frustración. —¿Quieres que me meta en el armario?
Nunca en su vida Rubén se había sentido tan humillado. ¡Si decía eso en voz alta, cómo podría mirarse al espejo!
Pero en ese momento, se escucharon pasos desde el pasillo; claramente, un hombre ya había entrado en la casa.
La cara de Rubén cambió al instante. Le dio un beso fuerte en los labios a Rosario. —¡Maldita sea, Rosario! Si alguna vez hablas de esto, te juro que no te lo perdonaré.
Esther volvió a reír, viendo cómo Rubén agarraba la

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