Capítulo 364
Cuando Lorena regresó al dormitorio, lo primero que hizo fue darse una ducha.
Cuando salió, las cosas sobre la mesa ya estaban recogidas.
Vio la silueta abultada bajo el edredón, se acercó despacio y levantó la manta para meterse dentro.
El abrazo de él era muy cálido.
Su mano bajó y tocó la pulsera que él llevaba en la muñeca y el anillo también.
Parecía que le gustaban mucho; cada vez que venía a verla, se los ponía.
Ella se sintió satisfecha, sonrió. —¿Los anillos y la pulsera que te regalé, ¿no te los vas a quitar nunca?
Él la abrazó y la estrechó aún más contra su pecho.
—No me los quitaré, a menos que algún día me pase algo. Si no, los llevaré siempre.
Lorena se puso seria. Levantó la mano y le tapó la boca. —No digas esas cosas.
Él le dio un beso en la palma de la mano y su humor también mejoró.
—Vale, no lo diré.
Lorena estaba muy cansada. Bostezó, y justo cuando estaba a punto de quedarse dormida, lo escuchó preguntar: —A mucha gente le gusta Pedro. Si él aparece, ¿te sentiría

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