Capítulo 10
Ricardo y Florencia estaban sentados en un restaurante elegante. La música de piano y una sinfonía llenaban el ambiente, mientras los camareros servían plato tras plato.
—¡Qué generoso eres! —Dijo Tomás, acercándose a Ricardo con una sonrisa, buscando la misma atención de siempre.
—Sí. —Respondió Ricardo, asintiendo levemente, pero enseguida desvió la mirada hacia la ventana.
Tomás miró a su madre con desconcierto. Florencia carraspeó suavemente, devolviendo a Ricardo a la realidad.
—¿Qué te pasa? Has estado distraído toda la noche. —Preguntó ella con un gesto de aparente preocupación.
Ricardo se llevó los dedos al puente de la nariz: —Carolina está enojada. Dice que esta vez se irá de casa.
El ceño de Florencia se frunció por un segundo, pero enseguida forzó una sonrisa dulce.
—No te preocupes, todas las mujeres son así. Se les pasa pronto.
El rostro de Ricardo se relajó. Sacó un pequeño estuche de terciopelo y lo abrió: dentro brillaba un costoso collar.
—¡Oh, Ricardo! —Exclamó Flore

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