Webfic
Abra la aplicación Webfix para leer más contenido increíbles

Capítulo 8

El dobladillo polvoriento y la sangre en la frente de Alicia rompían su habitual perfección. Al verlos, su expresión se tensó. Era la primera vez que Bruno la veía tan descompuesta. Tras el accidente y al notar su ausencia, Alicia había movilizado a su gente y llegó lo antes posible. La bomba iba a estallar en un minuto y solo había tiempo para desactivar un explosivo. Sin dudar, Alicia eligió a Ignacio. Trabajó rápidamente en el explosivo de Ignacio, sin levantar la cabeza: —Bruno, en cuanto saque a Ignacio, vuelvo a por ti. Bruno sonrió. Quizá porque ya no la amaba, ya no sentía dolor. Cuando terminó de desactivar la bomba de Ignacio, solo quedaban veinte segundos. Ignacio se aferró con fuerza al brazo de Alicia, temblando: —¡Vámonos ya! ¡Va a explotar! Por primera vez, Alicia lo apartó y le ordenó que saliera, luego se volvió para ayudar a Bruno. Pero Bruno la tomó de la muñeca y, con calma, la empujó hacia la salida: —Llévatelo. Desde hoy ya no te necesito. Mi vida o mi muerte ya no te importan. Yo no soy un hombre sin amor; aunque tú no me quieras, habrá quien sí. Alicia se quedó petrificada. Ignacio, al borde del colapso, rompió a llorar: —¡Alicia, tengo miedo! Si tú no sales, yo tampoco me voy. El tiempo corría; si no salían ya, los tres morirían allí. En el último instante, Alicia tiró de Ignacio y salió corriendo con él. Bruno cerró los ojos, sus manos se movían con rapidez sobre la bomba. Había tomado cursos de explosivos en la universidad. —¡Click! En el último segundo, logró desactivar la mecha. Aun así, la explosión se produjo. La explosión lo lanzó por los aires y, entre la confusión, creyó ver a Alicia regresar. Hospital. Bruno abrió los ojos; un dolor agudo le atravesaba el brazo. Alicia, sentada junto a la cama, le sujetó el hombro al verlo despertar: —No te muevas, acabas de hacerle un injerto de piel a Ignacio. —¿Qué estás diciendo? Por un instante pensó que había oído mal. Alicia guardó silencio y, por primera vez, su voz dejó entrever culpa: —Ignacio se quemó el brazo y no quiere cicatrices. Tu piel es la que más se parece a la suya, así que la usaron para el injerto. Bruno la miró, incapaz de creerlo: —¿Me lo consultaste siquiera? Ella intentó consolarlo: —Te compensaré. Siempre has querido salir conmigo, cuando salgas del hospital... Bruno se arrancó la vía, la sangre le corría por la mano: —¡No quiero nada! ¡No tienes derecho a tratarme así! Alicia se quedó paralizada. Bruno, con los ojos enrojecidos y la voz temblorosa, siguió: —¿Ignacio es tu luna y yo solo el barro bajo tus pies? ¿Te aprovechas de que te quiero, verdad? De que yo... No pudo seguir hablando. Alicia sintió una opresión en el pecho y recordó de pronto las palabras que él había dicho en el almacén. "Aunque tú no me quieras, habrá quien me quiera." Estaba a punto de responder cuando su móvil sonó. La voz ansiosa de Gabriel sonó al otro lado: —Señora, los gemelos que Ignacio busca se subastan esta noche en Francia. ¿Va a ir? Alicia contestó con un simple sí y colgó. Guardó el móvil y miró a Bruno: —Estos días tengo que viajar. Cuando regrese, te traeré un regalo. Hizo una pausa, luego añadió: —Tranquilo, también saldré contigo. No pienso faltar a mi palabra. Dicho esto, abrió la puerta y se marchó a paso rápido. En cuanto la puerta se cerró, Bruno se abrazó a sí mismo, incapaz de contener el llanto.

© Webfic, todos los derechos reservados

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.