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Capítulo 390

Un suspiro escapó de Carson mientras deambulaba por la noche; las luces de neón de la ciudad hacían que su sombra pareciera bastante larga. **** El exterior de la ventana estaba envuelto en la oscuridad de la noche. El firmamento carecía de estrellas, sumergiendo todo en una infinita soledad. Vincent Pitcher se hallaba solo junto a la ventana, sosteniendo una copa de vino tinto. Al contemplar su carmesí brillante, una risa escapó de él. Con parsimonia, llevó el líquido a sus labios y lo degustó con calma. Tras un pequeño sorbo, Vincent giró bruscamente la cabeza, posando su mirada sobre las luces urbanas del paisaje que se veía por la ventana. Una sensación implacable de soledad lo abrazaba, como si lo engullera sin misericordia. Entonces, fijó su vista en el vacío y, en un fugaz instante, los recuerdos del pasado se apoderaron de su mente... Un suspiro escapó de él... En aquella época, aún era un estudiante, quien durante su paso por la escuela, era tratado como una auténtica celebridad. Vincent Pitcher era una figura reconocida por todos, pero su círculo de amistades no era tan amplio, salvo por su hermana, Lillian, y David, quien mostraba un interés especial por ella. También hubo una chica llamada Isabella en ese pequeño grupo. Inicialmente, nunca imaginó que se cruzaría con Isabella día tras día. Era completamente rutinario. Sin embargo, tras conversar con Lillian, se percató de que su encuentro diario con aquella chica parecía no ser premeditado, aunque en el fondo, lo era de verdad. "Vincent, eres tan ingenuo. ¿No te das cuenta de que a Isabella le gustabas mucho?". Dado que en cuestiones del amor, Vincent carecía de perspicacia, Lillian, quien siempre estaba a su lado, no podía evitar burlarse de su él. A pesar de su popularidad, él aún se mostraba algo torpe en los asuntos del corazón. Con el tiempo, Lillian se acercó de manera intencionada a Isabella, y finalmente, lograron forjar una amistad. Ambas compartían mucho tiempo juntas y, un día, Lillian notó que los sentimientos de Isabella por su hermano eran intensos. Entonces, para ayudarla a atrapar el corazón de Vincent, Lillian frecuentemente le brindaba consejos y apoyo a su amiga. Finalmente, él quedó profundamente conmovido por el amor sincero de Isabella, lo que llevó a que pronto comenzaran una relación y se amaran con pasión el uno al otro. De este modo, los cuatro formaron una especie de familia unida, compuesta por Vincent, Isabella, David y Lillian. En su compañía, hallaban felicidad mutua y se apoyaban en todo momento. En ese período, era obvio que David sentía atracción por Lillian, pero contaba con la aprobación y bendición de Vincent. Vincent sostenía firmemente que la mejor etapa de sus vidas había sido la escolar, durante la cual experimentaron momentos salpicados de belleza. Podían ser ramos de flores, destellos de sol o simplemente una cálida bendición... Esos días transcurrían sin preocupaciones, y la vida en el campus era pura e inocente. Era como un arroyo gorgoteante, fluyendo con alegría, mientras de vez en cuando se formaban destellos de corrientes cristalinas. Eran jóvenes con corazones palpitantes y sonrisas radiantes, entrelazando sueños vivaces y componiendo canciones genuinas y conmovedoras. Sin importar a dónde fueran, los cuatro siempre se mantenían unidos, compartiendo un entendimiento implícito. Disfrutaban salir y divertirse juntos. Vincent todavía recordaba sentirse como un manantial rebosante de vitalidad, donde los peces danzaban en las aguas. Al escuchar el canto de los pájaros y el susurro de las hojas, recorría los senderos del bosque, inhalando el aire fresco. Todo parecía tan puro. El mundo irradiaba una naturalidad y vitalidad sin igual. Era semejante a un mundo extraído de un poema, lleno de belleza y escenas pintorescas. Durante los años de tranquilidad en el campus, Vincent dio vida a cuadros vibrantes, colmando su lienzo vacío con pinceladas vivaces... Pero, la llegada de Isabella fue el toque más resplandeciente en ese lienzo en blanco... A Vincent le encantaba tumbarse en el césped de la escuela junto a su compañera, conversando a menudo sobre el futuro. Se imaginaba la escena de su boda con ella. Quizás para cuando llegara ese momento, un bebé ya estaría junto a ellos, llamándolos mamá y papá. Él jamás había sido el tipo de individuo que expresaba sus sentimientos, no obstante, tras conocer a su amada Isabella... De cuando en cuando, él también conversaba con Lillian. Y cada vez que no compartía con Isabella la totalidad de sus sentimientos, su hermana se burlaba de él, tachándolo de tonto. Sin embargo, él siempre encogía los hombros y esbozaba una sonrisa... Después de todo, Lillian tenía razón. Además, si antes no comprendía el amor, desde el instante en que se cruzó con Isabella, su corazón parecía estar irremediablemente atado a ella, sin posibilidad de escapar. La relación de Vincent llevó a que Lillian e Isabella estuvieran siempre juntas. Con el tiempo, se convirtieron en buenas amigas, al igual que Vincent y David, quienes también se volvieron inseparables. Los cuatro parecían ser auténticos miembros de un solo clan. Sin duda, este cuarteto despertaba mucha envidia entre los demás. Sin embargo, las épocas doradas pronto se desvanecieron. Vincent comenzó a notar que Isabella ya no mostraba la misma autenticidad que antes. La relación entre ambos se debilitaba, y cada día que pasaban juntos parecía surgir una discusión. Vincent percibió la distancia y la indiferencia de Isabella hacia él. No obstante, al mismo tiempo, notó que ella y David se volvían muy cercanos. Pero como los cuatro siempre estaban juntos, él no se tomó muy a pecho el asunto. Sintió simplemente que había una especie de complicidad entre ellos dos. Lillian, por su parte, no le daba tanta relevancia a los sentimientos, por lo que en ese momento no percibió nada negativo. Por ende, Vincent no cuestionó en absoluto el asunto y prefirió olvidarlo. Los cuatro seguían manteniendo su amistad, sin que nadie percibiera que algo estuviera mal entre ellos. Así transcurrieron algunos años... Cuando estaban a punto de graduarse, un pequeño accidente llevó a Vincent al hospital de manera repentina. Sin embargo, desde el primer instante de su hospitalización, él nunca vio a Isabella... Solo Lillian era quien lo cuidaba todos los días. Incluso David parecía haber desaparecido de la vida de los dos hermanos. Vincent no sabía que había sido de su novia. En ese instante, creyó que ella podría estar enfrentando dificultades, pero después de algunos días... De pronto, recordó la relación entre ella y David, y las miradas cómplices que compartían. Además, notó que Lillian siempre estaba llorando y de mal humor. Sin importar cuánto le interrogara a su hermana, esta se negaba a compartir detalles. Pero con todas esas señales, él empezó a creer firmemente que Isabella ahora estaba en una relación con David. Si no fuera por esa razón, ¿por qué Lillian, quien siempre había sido tan optimista, habría cambiado de esa manera? Además, resultaba extremadamente extraño que, en su situación, Isabella y David se hubieran esfumado así como así. Cuando cayó en cuenta de todo, Vincent se sintió como un estúpido por haber sido tan ciego. Se había metido con una persona sin escrúpulos y había accedido a que David estuviera junto con su hermana. Al confirmar sus sospechas, él se sintió desolado y lleno de remordimiento. Días más tarde, David, visiblemente perturbado, apareció inesperadamente y expuso sus motivos. Incluso llegó a proponerle matrimonio a Lillian. Y atendiendo a las peticiones insistentes de su hermana... Vincent aceptó la idea del matrimonio a regañadientes, pero cuando preguntó a David sobre el paradero de Isabella, este negó haberla visto. Lillian y David unieron sus vidas en matrimonio y disfrutaron de una vida llena de felicidad. Más adelante, fueron bendecidos con la llegada de Stella. Al observar la plenitud de su hermana, Vincent decidió no entrometerse más en sus asuntos. Con el tiempo, se enteró de que alguien había abusado de Isabella poco después de su hospitalización. Isabella llegó a pensar que ya no valía nada y que no tenía derecho a estar con él, por lo que se marchó... Vincent, al descubrir la verdad, experimentó inicialmente una sensación de felicidad, pero no esperaba que, al final, Isabella se casara con David, y terminara siendo la madrastra de Stella. Al pensar en ello… Vincent no resistió la tentación de alzar su copa de vino y dar otro sorbo de repente. "Isabella, Isabella... ¿En qué c*rajos estabas pensando?". "No me habría importado lo que te sucedió. Después de todo, teníamos un amor profundo. No fue tu culpa. Pero, ¿por qué te casaste con David al final? ¿Acaso fue por lo que creo que fue?". Junto a la ventana, Vincent arrugó la frente al reflexionar sobre su antiguo amor. Desde la partida de Isabella, él tenía la constante sensación de que ella se había acercado a ellos únicamente por David, quien estaba con su hermana. Durante más de diez años, esa idea había estado arraigándose más y más en su corazón. Tan solo unos cuantos días atrás, él había conocido la verdad, pero Isabella ya se había convertido en la esposa de David... Esto provocó que ese pensamiento volviera a la mente de Vincent... Una oleada de incertidumbre inundó todo su ser, haciéndolo sentir aún más inseguro. Pero, ¿por qué la inesperada llegada de Isabella había hecho sentir a Vincent tan mal? Además, ¿por qué Isabella mostraba una actitud tan desagradable hacia Stella? Vincent ya se había terminado todo el vino tinto de su copa, por lo que la dejó a un lado y la soltó sin más. Al mirar a través de la ventana, una estrella parpadeante se destacaba en la oscuridad, añadiendo un toque de vitalidad a la noche. En la lejanía, las luces de neón brillaban, creando destellos en hombres y mujeres que aún estaban despiertos... Las horas avanzadas eran indicadas por el reloj, y la noche se extendía solitaria y abandonada, aunque no era culpa de la propia noche: la melancolía de una persona hacía que ese lapso se sintiera aún más desolado. Ya fuera que su alma estuviera cargada de pesares o fatigada, Vincent experimentaba una soledad que encontraba paralelos en la noche misma. Quizás podría fundirse con la enigmática oscuridad nocturna, y contemplar las luces de los cuerpos celestes con cierta nostalgia. Deseaba apartarse, huir, evitar experimentar otra velada muerta, y sentirse capaz de gritar sin restricciones una y otra vez. Sin embargo, lo que obtuvo fue una sensación aún más intensa de desamparo. La llegada inesperada de Isabella había generado cierto nerviosismo en él. Jamás había imaginado que su viejo amor aparecería de repente y se casaría con David. Tal vez, detrás de este asunto, se ocultaba algo más que no podía ser resuelto... Sin embargo, todo le resultaba incomprensible.

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