Capítulo 23

Oficina del último piso del Grupo Estelar, Piedraplata. Silencio absoluto, como una tumba. Las gruesas cortinas estaban completamente cerradas, bloqueando toda la luz exterior. Gabriel yacía desplomado en el amplio sillón ejecutivo, con botellas vacías esparcidas a sus pies. Estaba tan delgado que su figura parecía deshecha, con las cuencas de los ojos hundidas, y ese cabello plateado tan llamativo ahora sólo acentuaba su decadencia y rareza. La pantalla del celular seguía encendida. En ella, una foto ligeramente borrosa pero aún clara tomada por los medios... En una cafetería al aire libre de un pueblo del sur de Francia, Amelia vestía un radiante vestido largo amarillo pálido. Sonreía mirando hacia arriba mientras le daba una cucharada de helado a Cipriano, sentado frente a ella. Él la observaba con ternura, acariciándole la nariz con el dedo de forma juguetona. La luz del sol caía sobre ellos, tan hermosa que hería la vista. —¡Puh... Un chorro de sangre brotó repentinamente de la bo