Capítulo 12

Cinco años después. Monte Celeste solía ser un lugar atrasado por su aislamiento, pero tras un accidente hace tres años, un gran campo de flores se volvió un atractivo turístico. La popularidad repentina no solo trajo un crecimiento económico acelerado, sino también un aumento desbordante de visitantes. Incluso la pequeña florería que antes casi nadie frecuentaba comenzó a llenarse de trabajo. —Jefa, ¿me arma un ramo de girasoles? Dentro de la tienda, una mujer con el cabello negro recogido, mechones ligeramente ondulados cayendo sobre su pecho. Respondió sin detener sus manos: —Claro, por favor espere un momento. No fue sino hasta que cayó la noche y despidió al último cliente que pudo tomar un respiro. Se estiró, sintiendo el cansancio en la cintura; la molestia seguía igual. Suspiró y miró afuera por la puerta de vidrio. La luz del atardecer teñía de rojo la tierra y todo el cielo. Era inicios de verano y el aire aún tenía un toque de frescura. Entonces, unas manos grandes se posaro