Capítulo 24
La noche en que la crisis quedó atrás, Emiliano no organizó ningún festejo.
Rechazó todos los compromisos sociales y condujo solo hasta el edificio del estudio de Noelia.
La noche había caído por completo; las luces del estudio seguían encendidas, aunque la mayoría del personal ya se había marchado.
Emiliano sacó del maletero un enorme ramo de rosas rojas, respiró hondo y entró sin titubear.
Unos cuantos empleados que aún trabajaban levantaron la vista, dispuestos a saludarlo, pero él les hizo un gesto de silencio.
Avanzó hasta la puerta del despacho y llamó suavemente a la hoja que estaba entreabierta.
Noelia alzó la mirada y se quedó un instante sorprendida al verlo con el ramo.
No tuvo tiempo de decir nada cuando Emiliano dio unos pasos rápidos hasta quedar frente a ella.
Entonces, ante la mirada atónita de varios empleados, aquel hombre siempre desenfadado e indómito se arrodilló sin dudarlo.
Dejó con cuidado las rosas a un lado y sacó del interior de su traje un estuche azul.
Al a

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