Capítulo 25
Noelia avanzó hasta quedar frente a Emiliano y puso su mano en la palma que él llevaba rato aguardando.
Su mano estaba cálida y seca, envolviendo la de ella con firmeza.
El sacerdote comenzó a leer los votos:
—Señor Emiliano, ¿acepta usted tomar a la señorita Noelia como esposa, para amarla y cuidarla, en toda circunstancia, hasta el final de sus días?
Emiliano sostuvo su mirada, sin dudar: —Sí, acepto.
—Señorita Noelia, ¿acepta usted tomar al señor Emiliano como esposo, para amarlo y cuidarlo, hasta el final de sus días?
Noelia lo miró de frente; sonrió suavemente: —Sí, acepto.
Intercambiaron los anillos.
El aro frío rodeó su dedo anular, sellando también una promesa para toda la vida.
Emiliano levantó con delicadeza el velo de Noelia, se inclinó y depositó en sus labios un beso solemne y tierno.
Al mismo tiempo, al otro lado del mundo.
Alejandro estaba solo, de pie, frente a una costa desolada.
Recordaba a Noelia acurrucada en el sofá, señalando una foto de la aurora boreal en una re

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