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Capítulo 4

Anclada en su lugar, Mabel observó, una sensación de impotente anticipación se apoderó de ella mientras Jayden se acercaba. Era una figura imponente, su altura eclipsaba su pequeña estatura. Tuvo que inclinar la cabeza hacia atrás para capturar adecuadamente su rostro, un leve aroma a sándalo flotando desde él, dejándola momentáneamente hechizada. Era un aroma que tenía un sorprendente parecido con un hombre de su pasado. Mientras ella vagaba en sus pensamientos, Jayden extendió la mano y rodeó su cintura. En un movimiento rápido, quedaron entrelazados en la cama, su cuerpo presionándose contra el de ella. Mabel permaneció congelada, su corazón latía con fuerza mientras la mano de Jayden se posaba sobre su delgado cuello. Su palma estaba fría al tacto, la textura áspera de los callos rozando su piel. Aplicó una presión suave, suficiente para enviar una sensación de hormigueo que la recorrió. Tragando con fuerza, se encontró con la mirada helada de Jayden. Nunca en su imaginación más salvaje había imaginado un escenario en el que compartiría cama con Jayden, especialmente en la finca de la familia Griffiths. Ya no era la doncella inocente que alguna vez fue, ahora ella misma era madre. Si Jayden descubriera esto, sólo complicaría las cosas. En un intento inútil de liberarse, se retorció, pero el agarre de Jayden se apretó con más fuerza. Sus delgados dedos levantaron su barbilla hacia arriba, obligándola a mirarlo a los ojos. "La familia Baldwin debe estar desesperada, casando a su hija con un hombre moribundo e impotente por una simple dote de diez millones de dólares", la voz de Jayden era lánguida, su cálido aliento mezclándose con el aroma de sándalo, bañando su rostro. Mabel logró calmar sus nervios, con una suave sonrisa jugando en sus labios. "Señor Griffiths, debe estar equivocado. No se está muriendo y yo no seré viuda. En cuanto a su virilidad..." Dejó que su mirada se dirigiera hacia abajo, arqueando ligeramente las cejas. "Tal vez pueda ayudar". con ese." El toque de Jayden se demoró en su barbilla, su voz estaba llena de deseo, pero sus ojos permanecían helados. "¿Posee conocimientos médicos?" Sintiendo la corriente subyacente de peligro, Mabel rápidamente se compuso, con voz firme: "Sí, sentí tu pulso antes. Hay una toxina en tu sistema, heredada de tu madre. Es difícil de erradicar". Haciendo caso omiso de su expresión visiblemente oscurecida y la tensión palpable que emanaba de él, continuó: "Si no se trata, la parte inferior de su cuerpo sucumbirá a la parálisis, sus músculos fallarán. El ejercicio diario no lo evitará". El agarre de Jayden en su barbilla se apretó con más fuerza, su voz baja y amenazadora: "¿Has estado investigando mi pasado?" Mabel lo miró a los ojos de frente, con expresión neutra. "No, realmente quiero ayudar". Jayden escudriñó a Mabel con mirada pensativa. Después de un largo silencio, finalmente preguntó: "¿Cuál es tu objetivo?" La mirada de Mabel era seria, carente de malicia. "Para ayudarte y protegerme. Si no hubiera aceptado casarme contigo, mi madre me habría internado en un pabellón psiquiátrico. En cierto modo, somos mutuamente beneficiosos". La risa de Jayden resonó en la habitación, un sonido frío y áspero. Por primera vez, alguien se había atrevido a hablarle con tanta franqueza. "Eres audaz. ¿Estás cortejando a la muerte?" Sus palabras fueron casuales, pero hicieron que un escalofrío recorriera la espalda de Mabel. Se dio cuenta de que Jayden era un hombre difícil de manejar. Pero ella había dejado claras sus intenciones y no había vuelta atrás. Su mirada era penetrante mientras la estudiaba, sus dedos largos y delgados rozaban su clavícula, enviando una familiar onda de electricidad a través de su cuerpo. "¿Alguna vez has oído hablar de una boda como cura?" La voz de Jayden era un susurro ronco, su mano ahora trazaba la curva de su cintura, su toque se filtraba a través de su ropa. Mabel se mordió el labio y se dio cuenta de que Jayden era un maestro en el arte de la seducción. Ella comenzó a cuestionar su supuesta impotencia. "¿Quieres desvestirte o debo ayudarte?" Las palabras de Jayden estaban llenas de matices sugerentes. Maldijo por dentro, su mente corriendo para encontrar una solución. Justo cuando la mano de Jayden se movía para desabotonarle el vestido, una idea surgió en su mente. Ella rodeó su cuello con su brazo, su aliento abanicándose suavemente contra su piel. "Señor Griffiths, permítame." Con un movimiento rápido, ella lo empujó hacia abajo, su cuerpo flotando sobre el de él. Ella tenía el control ahora.

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