Capítulo 14
Roberto, como si no hubiera escuchado nada, se fue sin vergüenza a la cocina para preparar café.
—Ah, cierto, te quemaste la mano. Mejor yo lo preparo.
Lourdes respiró hondo, esforzándose por ignorar a ese hombre descarado.
—Malvado, ¿no me digas que también piensas quedarte a cenar?
Alicia lo miró, incrédula, viendo cómo el hombre se negaba a irse.
"Claramente mamá ya está molesta, ¿es que él no lo nota?"
—¿Qué pasa? ¿No puedo quedarme a cenar?
Roberto miró a Alicia con amabilidad, aunque el apodo era algo ofensivo.
—¿Por qué siempre me llamas malvado? Si me dices la razón, te concedo un deseo, ¿te parece?
—¿Un deseo? —Alicia ladeó la cabeza, pensativa—. Todo lo que quiero, mi mamá me lo compra. No tengo deseos.
Al ver cómo lo rechazaba, Lourdes salió de la cocina con los platos.
—No te esfuerces. Aunque Alicia sea pequeña, tiene sus propias ideas. Si te llama así, debe tener sus motivos.
—¿No crees que ya es hora de que te vayas? Vamos a cenar.
Roberto, descarado, se acercó y le arre

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