Webfic
Abra la aplicación Webfix para leer más contenido increíbles

Capítulo 6

—¡Ali, cuidado! Las pupilas de Bruno se contrajeron. Al ver la lámpara caer, se lanzó y la protegió con su cuerpo. El golpe retumbó en su hombro, seguido de un estruendo. Los cristales volaron, y el salón estalló en caos. María corrió entre lágrimas: —¡Bruno! ¿Estás bien? ¡Vamos al hospital! Bruno, con Alicia temblando en sus brazos, respondió: —No es nada, solo un golpe. María insistió: —No. Hay que ir. No podemos arriesgarnos. Ante su insistencia, Bruno accedió y pidió a su asistente que lo llevara al hospital. Antes de irse, le dio instrucciones a María: —Lleva a Ali a casa. Estará asustada si se queda sola. El rostro de María se ensombreció al instante: —¿Incluso ahora estás pensando en ella? —Hazme caso. —Dijo Bruno, con el rostro descompuesto por el dolor. —Ali es, después de todo, la niña que he criado desde pequeña. María apretó los dientes, furiosa, y tiró con fuerza del brazo de Alicia, llevándola al coche. Alicia, aturdida y confusa, se dejó arrastrar sin oponer resistencia. En medio del camino, María pidió al chofer que se detuviera, miró a Alicia con frialdad y dijo: —Tengo cosas que hacer, no volveré a casa. Te vas caminando. El conductor quiso intervenir: —Señorita María, afuera hace mucho frío... Pero ella lo cortó de inmediato con un tono seco: —¿Quién crees que manda en la familia García? ¿Ya no sabes a quién obedecer? El conductor guardó silencio, no se atrevió a decir más. Solo observó cómo Alicia bajaba del coche, perdiéndose en la noche. Alicia caminó sola durante cinco largas horas hasta llegar por fin a Casa García. En el trayecto, tropezó y cayó en un charco por la mala visibilidad. Volvió empapada, con la ropa pegada al cuerpo, el cabello mojado sobre el rostro, y completamente deshecha. Pero ni siquiera tuvo tiempo de respirar: al levantar la vista, vio que la mansión estaba envuelta en llamas. Se quedó paralizada. Antes de reaccionar, varios guardias la sujetaron: —¡Provocaste el incendio! La señorita María está siendo operada, el señor Bruno nos ordenó llevarte al hospital. Alicia se quedó atónita, negando con la cabeza, desconcertada: —¡No fui yo! La obligaron a subir al coche y la trasladaron directamente al hospital. En el hospital, Bruno esperaba en el pasillo. Llevaba el hombro izquierdo vendado, el traje en una mano, apoyado contra la pared con el rostro sombrío. Al ver llegar a Alicia, alzó la vista con frialdad y dijo con rabia contenida: —¿No puedes pasar un día sin causar un escándalo? ¿Qué te hizo María para que la quemaras así? Alicia negó con desesperación: —¡No fui yo, te lo juro! Bruno la cortó con frialdad: —¡Basta! ¿Dirás que María se quemó a sí misma para culparte? Alicia intentó hablar, pero en ese momento se abrieron las puertas del quirófano. El médico salió con gesto grave: —Presidente Bruno, las quemaduras de la señorita María son graves, necesita un injerto. Antes de desmayarse, pidió que esta vez sea Alicia quien pague el precio, dice que usted la ha consentido demasiado. En ese instante, todos lo entendieron. María quería que le trasplantaran la piel de Alicia.

© Webfic, todos los derechos reservados

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.