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autor: Webfic

Capítulo 10

En realidad, Zara trató de todas las formas posibles de dormir un poco; sin embargo, cada vez que pensaba que Nicholas estaba a solo unos metros de ella, Zara ni siquiera podía cerrar los ojos, y solo daba vueltas y vueltas por toda la cama.  Al no poder conciliar el sueño, Zara se levantó de la cama, salió al balcón y, ni bien estuvo afuera, sintió como la suave brisa estremeció todo su cuerpo, haciendo que calmara rápidamente sus pensamientos y se sintiera mucho más relajada; sin embargo, justo cuando respiró profundamente, ella percibió inmediatamente un fuerte olor a cigarrillo. Después de oler ese desagradable aroma, Zara frunció ligeramente el ceño y miró a todos lados para buscar la fuente de dónde provenía ese olor; luego, justo cuando miró hacia el lado izquierdo, vio a Nicholas fumando un cigarrillo en el balcón de al lado de su habitación. A decir verdad, cuando Zara descubrió que solo estaban separados por una sola habitación, ella lo miró con completo asombro; mientras que, en ese preciso momento, Nicholas también volteó a verla e hizo que sus miradas se encontraran repentinamente.  Al principio, Zara quedó tan aturdida con esa escena que, lo miró de manera boquiabierta durante mucho tiempo; luego, cuando por fin pudo recuperar sus sentidos, ella corrió apresuradamente de vuelta a su habitación, cerró la puerta del balcón y se apoyó muy nerviosa sobre ella. Después, cerró inmediatamente sus ojos, colocó su mano sobre su pecho y, pudo sentir claramente su acelerado corazón; incluso, su respiración agitada se hizo cada vez más profunda.  A decir verdad, Zara estuvo tan inquieta que, no dudó en salir al balcón a tomar un poco de aire para tranquilizarse; sin embargo, nunca se imaginó que también podría encontrarse con Nicholas y, eso hizo que ahora se ponga mucho más ansiosa que antes. Es más, tras lo que pasó, parecía que ella no podría conciliar el sueño durante toda la noche.  Por su parte, Nicholas frunció profundamente el ceño cuando vio a Zara correr rápidamente para esconderse de él; incluso, la catalogó como una mujer extremadamente rara. A decir verdad, Nicholas estaba totalmente acostumbrado a que muchas mujeres se acercaran a él a toda costa; sin embargo, Zara era la primera mujer que quería evitarlo, es más, ni siquiera quería dormir en la misma habitación que él.  Tras ver ello y, al darse cuenta que la mujer con la que se casó no estaba afectada por sus encantos, él se preguntó inmediatamente: "Acaso, ¿esa mujer es normal?".  Luego, mientras apagaba su cigarrillo y, con sentimientos encontrados, Nicholas se quedó mirando fijamente hacia la habitación de invitados. De hecho, en ese momento, Nicholas no sabía que era exactamente lo que estaba sintiendo; sin embargo, tenía en claro que no le gustaba la forma en que la mujer se alejaba de él, pues parecía como si lo estuviera ignorando y, definitivamente, él no estaba dispuesto a soportar eso.  Al pensar en ello, el hombre se enfureció aún más, su expresión cambió instantáneamente y, consideró que Zara estaba incumpliendo todas sus condiciones; pues ella no solo no tenía ningún derecho a ignorarlo, sino que, tampoco podía decidir cuándo se veían o no. Es más, pensó que sería muy importante tener una buena charla con Zara, pues quería dejarle en claro que ella solo era una novia por contrato; es decir, una marioneta suya.   Como Zara no pudo dormir profundamente después de ese encuentro, ella se levantó de la cama ni bien amaneció, se fue al baño a toda prisa y se duchó rápidamente; de hecho, como era su primera vez desayunando juntos después del matrimonio, ella aún estaba muy nerviosa por volverlo a ver, pero tampoco quería cometer ningún error y, mucho menos, actuar imprudentemente. Es más, aún necesitaba que Nicholas le diera su permiso para poder asistir al banquete el fin de semana.  En realidad, cuando Zara aceptó la propuesta de Isaac, ella ni siquiera se preocupó por Nicholas, ya que ellos no se quedaban juntos en la villa y podía ir a cualquier parte sin restricciones; sin embargo, ahora la situación había cambiado, y ya no podía hacer nada sin su permiso.  Después de pensar en ello, Zara decidió bajar y prepararle amablemente el desayuno, le hizo unas tostadas, huevos revueltos y le preparó su café; luego, para cuando terminó, Nicholas bajó vestido con un traje negro y con un maletín en la mano. Al verlo bajar, Zara corrió rápidamente hacia él, lo miró fijamente, sonrió con delicadeza y, le dijo: "Um... Buenos días. El desayuno está listo, por favor, tómalo antes de irte". Sin embargo, con la mirada fija en ella, Nicholas le respondió fríamente: "No es necesario, tengo una reunión en una hora". Tras decir ello, el hombre se fue inmediatamente.  Al ver ello, la emoción de Zara se desvaneció inmediatamente y, todas sus ilusiones se destruyeron en su interior. De hecho, ella había cocinado con tanto cariño y esperaba que al menos él probara un poco, incluso, que elogiara sus habilidades culinarias; sin embargo, no sucedió así, y solo resultó ser un deseo que nunca se haría realidad.  A decir verdad, al recordar que ese hombre no sentía nada por ella, las lágrimas se acumularon instantáneamente es sus ojos; sin embargo, como no quería llorar por él, ella respiró hondo, miró a su alrededor y parpadeó continuamente.  Luego, con una amarga sonrisa en su rostro, Zara se fue hasta la cocina, llenó un plato con huevos y tostadas y, se sirvió una taza de café.  No obstante, después de dar algunos mordiscos a la tostada, Zara ya no pudo comer y, las lágrimas empezaron a caer instantáneamente por sus mejillas; luego, como no estaba dispuesta a seguir así, ella se secó las lágrimas indiferentemente y se comió a la fuerza todo lo que sirvió en su plato.  Después de terminar su desayuno, Zara se apresuró para irse a trabajar, se puso una falda negra y una camisa blanca y, se dirigió inmediatamente hasta la empresa. Media hora más tarde, cuando Zara por fin llegó, se fue inmediatamente a su escritorio y, justo cuando sacó su agenda para revisar el horario de su jefe, alguien la llamó repentinamente.  Tras escuchar su llamado, Zara levantó inmediatamente la mirada y vio a Isaac parado a un lado con el ceño fruncido; luego, se levantó apresuradamente de su silla y, con una ligera sonrisa en su rostro, le dijo: "Buenos días, sr. White. Estaba a punto de entrar a su oficina". "Te estuve esperando frente a tu departamento y no te vi salir, ¿cuándo llegaste?", preguntó Isaac antes de que ella terminara de hablar.  De hecho, Isaac la estuvo esperando fuera de su departamento por más de una hora, pues quería darle la sorpresa; sin embargo, Zara nunca salió de ahí y, aunque quiso esperarla un poco más de tiempo, él tuvo que regresar por una llamada del señor Cooper. Pero, inesperadamente, cuando llegó a la empresa ya encontró a Zara sentada en su oficina; así que, se preguntó cómo había llegado antes que él.  A decir verdad, Zara se sorprendió tanto cuando escuchó sus palabras que su sonrisa desapareció gradualmente, se quedó completamente muda y, solo después de unos minutos, mirándolo implorantemente, ella respondió: "Uh... yo... bueno, no me espere más en mi departamento; pues, me sentiré realmente avergonzada si me atrapan con usted. Me imagino que entiende a lo que me refiero". En realidad, Isaac tenía toda la intención de decirle muchas cosas; pero, al final, no le dijo nada y solo terminó mirándola fijamente. De hecho, desde que la encontró, Isaac quiso hablarle de sus sentimientos y pedirle que fuera su novia; sin embargo, aún no había reunido el coraje para hacerlo y, sobre todo, sintió que necesitaba de más tiempo para acercarse a ella.  "Bueno, está bien. No te esperaré fuera de tu departamento; pero, ¿me permitirás llevarte de regreso a casa? ¿verdad?", preguntó el hombre frente a ella, quien tenía los dedos cruzados dentro de sus bolsillos.  Al principio, Zara dudó un poco en aceptar su ofrecimiento; pero, al darse cuenta que ahorraría unos minutos de viaje que le permitían pasar más tiempo con su hermano y su madre, ella sonrió amigablemente y le dijo: "Está bien". Tras ver la cálida sonrisa de la mujer, Isaac le devolvió la sonrisa amigablemente y, con la mirada fija en ella, le dijo: "Bien. Ahora debemos empezar a trabajar, sobre todo, porque nuestra empresa está en proceso de firmar un nuevo contrato. Zara, por favor, ve a la oficina del señor Cooper para recoger los nuevos archivos y, cuando los tengas, dirígete a mi oficina inmediatamente, ¿de acuerdo?". "Está bien, sr. White. Enseguida haré lo que me pide", respondió cortésmente la mujer; mientras que, dandose la vuelta antes de irse, Isaac agregó con delicadeza: "Te pedí que me llamaras Isaac". Tras escuchar ello, Zara se rio delicadamente, miró hacia abajo y, mordiéndose tímidamente el labio, le dijo: "Está bien, Isaac" Después de escuchar ello, Isaac sonrió lleno de emoción, miró inesperadamente los labios de la mujer e, hizo todo lo posible por resistir su impulso de besarla. A decir verdad, Isaac estaba tan ansioso por acercársele y por poder acariciar su dulce mejilla; sin embargo, como no se atrevió a hacer eso, solo se dio la vuelta y se dirigió a su oficina sin decir ni una palabra.  Justo cuando Zara se iba a la oficina del señor Cooper, ella se encontró con su amiga Jude, que le dijo enérgicamente: “Oh, mi niña afortunada, finalmente te encontré". Tras decir ello, Jude sonrió ampliamente y, con la mirada fija en ella, le preguntó con gran curiosidad: "¿Cómo está nuestro director general? ¿Es difícil de tratar con él? ¿Cómo te va a su lado?". Luego de escuchar las innumerables preguntas de su amiga, Zara solo le sonrió con delicadeza y le respondió brevemente: "Él es bueno". Después de escuchar eso, Jude suspiró impacientemente y le dijo: "Zara, la verdad es que, realmente te envidio. Tienes la suerte de trabajar de cerca con él". Luego, reanudando su sonrisa, agregó cariñosamente: "Pero, también me alegro por ti. Finalmente te ascendieron". "Gracias", dijo Zara con una sonrisa en su rostro; luego, tras recordar repentinamente algo, le preguntó urgentemente: "Jude, ¿podrías acompañarme a ir de compras?". "Si, claro, ¿por qué no?", exclamó Jude muy emocionada; luego, con gran ánimo, añadió alegremente: "Me encanta ir de compras y estaba planeando ir este fin de semana. De hecho, habrá una gran liquidación en el centro comercial del centro; así que, podemos ir ahí". Después de escuchar eso, Zara negó rápidamente con la cabeza y, con la voz temblorosa, le empezó a decir: "No… quiero comprar un vestido… este...quiero decir…" Zara estaba tan nerviosa que no pudo hablar correctamente y, solo después de respirar hondo durante unos segundos, ella se explicó: "El sr. White me pidió que lo acompañara a un banquete y yo no tengo un vestido adecuado para ese tipo de ocasiones". "Oh ya veo", respondió Jude, con una expresión muy pensativa; luego, tras reflexionar por un momento y sonreírle ampliamente, ella añadió: "Conozco un lugar donde puedes comprar vestidos para tales fiestas; aunque, es un poco costoso. Sin embargo, también hay vestidos que podemos comprar cómodamente; así que, al menos debemos ir allí a echar un vistazo. "Bien, seguro. Bueno, ya tengo que irme, te veo luego", dijo Zara inmediatamente; luego, se fue a la oficina del señor Cooper para recibir el archivo del nuevo proyecto.  Tras obtener los papeles que buscaba, Zara se retiró rápidamente de ahí y, se dirigió inmediatamente a la oficina del director ejecutivo. Mientras tanto, después de revisar el archivo minuciosamente junto a Zara, Isaac le dijo firmemente: "Hmm… Ya hablé con el presidente Grantham sobre este proyecto y, él personalmente se comprometió a firmar este contrato". A decir verdad, cuando Zara escuchó ese nombre, ella quedó completamente aturdida, todo su cuerpo se estremeció, e incluso, sintió que su cabello se erizó totalmente. En realidad, en toda la ciudad Bey, solo había un hombre llamado presidente Grantham, y ese no era otro que su esposo, Nicholas; es por eso que, cada vez que escuchaba algo relacionado con él, su corazón se aceleraba instantáneamente. Además, aparte de todo ello y, pensando que era lo mejor para ambos, ella decidió minimizar las posibilidades de encontrarse con él.  Por su parte, al notar su mirada preocupada, Isaac frunció ligeramente el ceño y, no pudo evitar preguntar: "¿Está todo bien?". En el momento que lo escuchó hablar, Zara por fin salió de su trance, lo miró ansiosamente y, tras humedecer cuidadosamente sus labios, le preguntó con total amabilidad: "¿Puedes… puedes enviar a alguien más? Yo… yo siento que cometeré un error y él se negará a firmar ese contrato". Al oír ello, Isaac frunció el ceño aún más profundamente y, con total curiosidad, le preguntó: "¿Lo conoces? ¿Conoces al presidente Grantham?". "No", respondió Zara con total firmeza y negando inmediatamente con la cabeza; luego, con la mirada pérdida, trató de explicarse y le dijo: "Quiero decir, sí… ¿Quién no lo conoce en la ciudad de Bey? Pero, escuché que es bastante estricto, frío, distante...". "Está bien, entiendo", dijo Isaac, quien la interrumpió apresuradamente; luego, riéndose con delicadeza, añadió con total seguridad: "No te preocupes, él no te comerá. Pero, si te intimida, solo llámame y haré que se arrepienta de ello".

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