Capítulo 25
De pronto al despertar, el mundo fuera de la ventana ya se había convertido en un paisaje helado y nevado.
La nieve aún seguía cayendo.
Victoria bajó corriendo las escaleras y vio a Jonás esperando al borde del camino.
Él se acercó voluntariamente para llevarse su equipaje, con un tono que contenía una complejidad difícil de describir.
—En un día como este, es imposible conseguir un taxi. Te llevo al aeropuerto.
Esta vez, Victoria no se negó. Aceptó a regañadientes
Ella había percibido que él todavía tenía algo que decir.
Esta partida no tenía fecha de regreso.
Algunas cosas que estaban pendientes, ella también quería ponerles un punto final.
Después de arrancar el vehículo, avanzaron muy, muy despacio.
No se sabía si era por lo resbaladizo del camino o si Jonás quizás lo hacía deliberadamente.
Pero, por fortuna, había tiempo de sobra.
Así que Victoria no dijo nada y simplemente observó en completo silencio el paisaje por la ventana.
El tiempo pasaba segundo a segundo, y Jonás por fin

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