Capítulo 72
Antonio se adelantó, dispersó a los presentes y luego, dirigiéndose a Irene, ordenó: —Todos a sus puestos. Irene, tu trabajo lo asumiré yo. Haz la entrega cuanto antes y ve a tramitar tu baja.
El rostro de Irene se tornó ceniciento; en su mirada hacia mí pasaron la sorpresa, los celos y finalmente el rencor.
Mientras recogía sus cosas, con lágrimas en los ojos, no dejaba de murmurar: —Señorita Patricia, de verdad que lo tuyo es increíble. ¿Te divierte jugar con nosotras?
—Tú sabías perfectamente que me gusta Pablo; tengo hostilidad hacia todas las mujeres de su entorno, y aun así, siendo su hermana, guardaste silencio. Debes de estar muy satisfecha ahora, ¿verdad? Viéndome hacer el ridículo como una payasa...
Sus quejas me sacaron de quicio. Me levanté y le solté: —¿Jugar contigo? Eres tú quien insiste en cargarme tu trabajo. Hoy fui yo, mañana será Mónica y pasado Paula. Te pasas el día preocupada por maquillarte, cuando Pablo contrató asistentes, no reinas de belleza.
—Si caíste en l

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