Capítulo 74
Aquella noche, Tomás, incansable, como si se hubiera desatado, le dejó a ella varios rastros de dientes y marcas en la cintura.
Lucía tampoco se quedó atrás y dejó bastantes huellas en su cuello.
Él perdió el control hasta volverse cada vez más desmedido.
Lucía solo pudo aferrarse a las sábanas, dejando bajo sus dedos pliegues desordenados.
Al final ya no tuvo fuerzas, así que simplemente cerró los ojos y se dejó llevar por él.
El sábado por la mañana Lucía debía ir al hospital para recoger a Sara y darle el alta, así que se despertó muy temprano.
Las consecuencias de una noche entera de desenfreno eran que, al levantarse, tenía las piernas completamente flojas.
Mientras Lucía se cepillaba los dientes, Tomás entró en el baño y, de forma natural, la rodeó por la cintura desde atrás. —Quédate un rato más conmigo en la cama.
Lucía no le hizo caso; terminó de enjuagarse por su cuenta y, solo entonces, miró al hombre en el espejo y dijo, marcando cada palabra: —Ya terminamos, es solo la últ

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