Capítulo 92
En cuanto a lo que ocurría entre Norma y el señor Federico, siendo una persona ajena, ella no tenía mucho que decir. Entre hombres y mujeres, esas cosas son así: si se llevan bien, permanecen juntos; si no, se separan.
El director general ya había firmado los documentos; mañana, tras una breve entrega de responsabilidades en la empresa, podría marcharse definitivamente.
Norma se quedó de pie frente a su escritorio, miró hacia la oficina del director de ventas y luego observó a los demás compañeros del equipo que aún seguían ocupados.
Aunque se sentía feliz, en su interior la embargaba una leve melancolía.
Le costaba separarse de aquellos compañeros con los que había luchado codo a codo, pero aún no tenía la capacidad de llevárselos consigo.
Aquella tarde se marchó temprano del trabajo.
Algunos compañeros se mostraron sorprendidos al verla irse tan pronto.
—¿La subdirectora Norma? ¿Te vas tan temprano?
—¿Ha pasado algo otra vez con tu madre?
Ante la preocupación de todos, Norma respondi

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