Capítulo 8
—Mañana es el cumpleaños de mi abuelo. Me pidió que esta noche volviera a casa un momento. Ve a descansar temprano, e iré a buscarte mañana por la mañana. Ya preparé el regalo, y no te preocupes por nada.
Ya habían pasado más de treinta minutos desde que envió el mensaje y aún no había recibido respuesta.
Alfonso revisaba su celular cada diez minutos, luego cada cinco y después cada tres... Hasta que alguien a su lado, notando su inquietud, soltó una broma.
—Ya te lo dije. Por esa tal Victoria, tarde o temprano vas a acabar arruinándote la vida. Lo sostengo: si no la amas, déjala en paz cuanto antes. Eso no estaría tan mal.
Alfonso bebió de su copa, haciendo mala cara: —¿Por qué ustedes siempre salen a defenderla?
Realmente no lo entendía. Parecía que, a su alrededor, ya fueran sus familiares, ese grupo de amigos con los que creció o incluso los gatos y perros callejeros, todos estaban del lado de Elisa.
Y eso que antes esos amigos eran completamente indiferentes con ella.
—Jajaja, pue

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