Durante dos años de matrimonio, la vida de respeto mutuo entre Elisa Ruiz y su esposo, Alfonso González, había comenzado a cambiar.Ahora, Alfonso accedía a tener relaciones sexuales con ella.Pero cada vez que estaban a punto de dar el paso final, una llamada telefónica interrumpía el momento.Alfonso se apoyaba en el borde de la cama, echaba un vistazo al celular, dudaba un instante y finalmente se levantaba: —Voy a contestar esta llamada.Elisa se quedaba mirando su espalda con una expresión ausente, tragándose en silencio la amargura.