Capítulo 154
Una mano, de repente, le sujetó la barbilla con fuerza.
La mirada de Salvador era sombría y distante, su tono impregnado de impaciencia cuando dijo: —Andrea, recuerdo haberte dado suficiente respeto.
Dicho esto, con el rostro sombrío, la tomó del brazo y la arrastró hacia afuera por la fuerza.
¿Separarse de él?
¡Qué ridículo!
En este mundo solo existían cosas o personas que él ya no quería, cosas de las que se cansaba.
Jamás había habido alguien que lo dejara por voluntad propia.
Esto él no lo permitiría.
¡Absolutamente no!
Durante el tiempo posterior al divorcio, aparte de un instante de confusión al salir del registro civil y una leve inquietud en lo profundo del corazón, Salvador, en realidad, no sintió la menor perturbación.
Hugo le había preguntado más de una vez por lo ocurrido entre él y ella.
Pero cada vez él lo esquivaba con cierta ligereza.
Después de todo, en su opinión, Andrea lo amaba con el alma que, de no ser por los celos hacia Julia, jamás le habría pedido el divorcio.

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