Capítulo 32
Una pizca de fastidio pasó fugazmente por los ojos de Julia.
¿Acaso Carmen no tenía nada mejor que hacer? ¿Y qué tenía que ver esto con ella? ¿Por qué se metía sin motivo?
—¿Vas a volver a casa esta noche? —Preguntó Salvador con voz grave seguía tan serío como siempre.
Su ternura ahora solo estaba reservada para una persona: Julia.
Andrea permanecía sentada en la silla, sin moverse, y respondió con tono indiferente: —No voy a volver.
Esa casona ya no era su hogar. Nunca más lo sería.
Al escuchar esa respuesta, Salvador desvió la mirada, dispuesto a dar media vuelta y marcharse con Julia.
No le importaba si ella regresaba o no.
De hecho, era mejor que no volviera. Él de por si ya había advertido a los sirvientes de la casa: había cosas que podían decirse y otras que no.
Justo en ese momento, Carmen soltó una burla: —¿Y para qué volver? ¿Acaso la cama de la familia de ustedes es tan grande como para que quepan tres adultos?
Ella siempre hablaba de forma directa.
—¡Carmen! —Gritó Salvador

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