A Carolina Ortega le gustaba el amigo de su hermano.Él era seis años mayor que ella, por lo que siempre había ocultado su amor en secreto, con mucha cautela.Hasta que una vez, no pudo resistirse y le robó un beso bajo la tenue luz mientras él estaba ebrio. Sin embargo, justo cuando intentaba escapar, se topó con sus ojos, que se abrieron de golpe.Él levantó los párpados con total indiferencia. —¿Quieres que te enseñe a besar? Qué lástima, no me interesan las niñas pequeñas.Ella se sonrojó, pero aun así reunió el valor para decir: —¿Así que crees que soy muy joven? No importa, ¡voy a crecer!