Capítulo 18

—Glori, mírame —Abelardo estaba de pie detrás de ella, la voz cargada de reproche y tristeza. Ella simplemente abrió la puerta del local por su cuenta, tratándolo como si fuera invisible. —Glori, escúchame —Abelardo, insistente, la siguió hasta el interior, observando cómo ella, con total destreza, encendía la máquina y lavaba las tazas y platos. Se quedó inmóvil un instante; de repente, un recuerdo que siempre había ignorado le vino a la mente. —Abelardo, en el futuro quiero llevar una vida tranquila y libre. —La muchacha, envuelta en una manta, se sentaba a su lado bajo el cielo estrellado, hombro con hombro. —Glori, no importa qué clase de vida quieras tener, yo siempre estaré a tu lado. —La voz del muchacho aún conservaba matices infantiles; entonces estaban en secundaria. —Abelardo, tú no lo entenderías —la chica solo sonreía, mientras el chico se apresuraba, ansioso.—¿Por qué no lo entendería? Ella dudó unos instantes antes de responder: —Abelardo, en el futuro tú serás el herede